Llega el final del curso escolar, otro más que se nos va, casi sin darnos cuenta. Enmarcados en los últimos coletazos de la primavera, se sitúan los ansiados viajes de fin de curso. Una oportunidad única para completar nuestra formación escolar descubriendo otros lugares y culturas, disfrutando de unos días inolvidables, asumiendo responsabilidades y fomentando valores como la solidaridad y el compromiso común. Son viajes que dan sentido a nuestro aprendizaje, viajes que, para muchos, como diría esa preciosa canción de Ismael Serrano, “trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos…”
Es el momento de cambiar el pupitre por el avión, el libro de Historia del Arte por una visita al Louvre, las clases de Educación Física por las escaleras de Montmartre, las tardes de estudio por un atardecer navegando por el Senna, en definitiva, pasear por la escuela real, esa que no terminará nunca, la que producirá vivencias y recuerdos que nos marcarán toda la vida, la que nos hará tremendamente felices.
Hoy termina nuestro viaje por la Ciudad de la Luz, con los ojos eclipsados por la belleza del alumbrado dorado y resplandece de la torre Eiffel, llega el final hay que aceptarlo. Ahora toca buscar nuevos horizontes, pero sin olvidar tantos momentos de felicidad. Este viaje ya forma parte de ti, cuídalo es tuyo. Así son los viajes, y así es la vida. No estés triste porque termine el viaje, sino agradecido por haber viajado.
Sergio Delgado. Profesor en Echeyde II