De los primeros pasos que aprendes cuando comienzas a bailar es la famosa “Primera posición” Todas las niñas y niños reconocen la danza a través de los conocidos “Pies de pingüino”
En realidad la palabra “primera” indica muchas cosas en el mundo de la danza.
Primera posición, primeros pasos entrelazados, primera coreografía representada, primeras caídas, primeros retos…
A medida que la danza avanza por tu cuerpo comienzan a aparecer, aparejados a los pasos de baile, cuestiones más intrínsecas, como por ejemplo, la responsabilidad y el compromiso hacia el grupo, gran beneficio que aporta la danza en los discentes.
Nos volvemos responsables, comprometidas con el que hacer de la danza colocándola en el centro de nuestras vidas.
Estos valores que aporta la danza los adoptamos para todo en la vida. La disciplina, responsabilidad y compromiso hacia aquello que tenemos entre manos, sea bailar o no, ya nos acompaña para siempre.
Cuando los bailarines y bailarinas van creciendo, más o menos en la etapa de Educación Primaria, se empiezan a notar los beneficios físicos y psicológicos que la danza aporta. Resistencia muscular, flexibilidad, agilidad, destreza física… y en cuanto a lo psicológico, mayor concentración, mejor Salud mental-emocional, y mejora en las habilidades sociales. Todo esto se va afianzando y avanzando en la etapa de Educación Secundaria. En este caso, la salud mental-emocional, tiene gran importancia.
Comienzan las competiciones entre iguales (quién tiene mejor forma física, quién tiene mayor resistencia, mayor flexibilidad…) por lo que la influencia de los valores y las emociones a través de la danza ayuda a canalizar estas comparaciones, recordando la importancia del gran grupo y el papel tan importante que desempeña cada bailarín o bailarina con las condiciones física que posee.
Cuando maduramos, ya en la edad adulta, la danza comienza a ser el momento de paz que necesitamos. Depositar la mente únicamente en la barra de ballet, concentrarnos cuando los pasos se hacen con tu lado no dominante, hacer especial hincapié en la falta de coordinación que aparece cuando la mente está invadida de problemas y responsabilidades despejándonos y enfatizando la concentración en nuestro control corporal.
No podemos dejar a un lado el aspecto emocional. A medida que pasan los años se forjan relaciones estrechas entre docentes y discentes y como no entre compañeras, quienes se vuelven tu muleta a la hora de bailar, apoyándote en los pasos de bailes y en la parte emocional que llevas ese día al aula de danza.
Por lo que, sin más, deseo que en algún momento la “Primera posición” aparezca en tu vida, para aprender, sanar, comprometerte, avanzar, descansar, evolucionar, disfrutar y querer todo aquello que la “Primera” aporta en el mundo de la Danza.
29 de abril Día Internacional de la Danza.
Amanda Irene Meneses Ferrer.