Tengo la fortuna de haber crecido en una familia muy unida, donde cada miembro tenía su lugar y todos éramos valorados por igual. Desde mi infancia, me rodeaba de una atmósfera impregnada de valores fundamentales como la amistad, el respeto y el amor.

A lo largo de mi niñez, compartí innumerables aventuras con un gran número de tíos y primos junto a mis padres, a mi hermano y mis abuelos, y hasta el día de hoy, continúan surgiendo nuevas experiencias compartidas entre nosotros.

Sin embargo, mi fortuna se multiplicó cuando mis padres decidieron embarcarse en una hermosa aventura: la creación de un colegio basado en los mismos valores que guiaban nuestro hogar. Este colegio se convirtió en mi segunda casa, donde no solo adquirí conocimientos académicos, sino también aprendí lecciones de vida que han moldeado mi ser.

Con el tiempo, descubrí que los colegas de mis padres no solo eran eso, sino que se transformaron en amigos íntimos y, en muchos casos, en miembros de una familia extendida. Sin darme cuenta, nuevos lazos familiares se tejieron a mi alrededor, enriqueciendo mi vida y contribuyendo a mi crecimiento personal.

Sigo considerándome afortunada porque tengo el privilegio de enseñar en el mismo colegio que me vio crecer, rodeada de personas que me influenciaron y me ayudaron a convertirme en quien soy. Mis compañeros de trabajo han pasado a formar parte de mi círculo familiar, compartiendo conmigo no solo el día a día laboral, sino también momentos de alegría, preocupaciones y éxitos.

Una vez más, la vida fue generosa conmigo y me regaló “el aire”, Danza Echeyde es mi forma de respirar cada día, de encontrar la paz y la libertad en cada movimiento. Cada vez que bailo conecto con una parte de mi, muy íntima y profunda, que se expresa con cada paso, cada giro y cada salto. Danza Echeyde es mucho más que una actividad extracurricular; es parte de mi identidad, de mi esencia misma. Me inspira, me desafía y me impulsa a seguir adelante, día tras día.

Aunque algunos miembros de esta gran familia ya no están físicamente a mi lado, su influencia perdura y continúa guiándome en mi camino. Otros han tomado su lugar, ofreciendo su apoyo y compañía en este viaje llamado vida.

Me siento profundamente orgullosa de pertenecer a esta familia única y especial: la familia Echeyde, donde cada persona contribuye a hacer del colegio un lugar donde crecer, aprender y compartir experiencias, convirtiéndolo en un privilegio.

Ana Morales Gomis, maestra en Echeyde I y bailarina de Danza Echeyde.

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