Los comienzos en general suelen ser difíciles. Depositamos en ellos mucha ilusión , amor, ganas y esfuerzo pero no solemos contemplar la dificultad que supone empezar en algo, que muchas veces, es desconocido.
A medida que avanzamos en ese nuevo comienzo pasamos por diversas etapas. Para mí la ilusión es la primera de todas. Comienzo ilusionada por el nuevo proyecto, ya sea de vida, personal o laboral… todo mi desempeño y mis fortalezas están volcadas en el nuevo qué hacer que viene por delante. A medida que la ilusión brota por mis sentidos comienza a asomar la dificultad. Dificultad de seguir igualmente ilusionada, dificultad para nos aflojar en intensidad, dificultad para seguir al mismo ritmo.
En un segundo lugar aparece la constancia. Ser constante en el progreso es difícil por lo que vivir motivados es primordial. Suelo motivarme pensando en que ya me encuentro a mitad de camino, visualizando lo que ya he superado y lo que me queda por lograr. Suelo apostar por ver el vaso medio lleno para no derrumbarme.
Y en tercer lugar la recta final. Esta recta que asoma cuando ya no queda nada, cuando ya todo está a punto de acabar, de resolverse o de llegar al máximo. Aquí es donde me encuentro, en el mismo punto de partida. Con ansiedad, ilusión y desespero por terminar, por acabar aquello que hace 4 años empecé, por terminar mi grado.
A tan solo unas semanas de los exámenes finales, quién lo diría, los últimos exámenes, siento nervios, incertidumbre e incluso desconfianza sobre mí misma. ¿Seré capaz? ¿Serán los últimos de verdad? Esos miedos me asoman, pero mi yo perseverante y constante dice que sí, que claro que puedo y que serán los últimos (al menos de esta etapa)
Es en la recta final cuando hay que darlo todo, cuando la gestión de las emociones debe aparecer, cuando el control mental y pasional deben estar bien sujetos.
Por eso doy todo mi ánimo a quienes se encuentren en este punto, la recta final.
A mis compañeros, que se encuentran terminando el curso; a mi sobrina, que acaba 4º de la ESO entre las paredes que la vieron crecer; a todos los niños y niñas que terminan el curso y se les hace cuesta arriba; al grupo de Danza Echeyde por seguir adelante y apostar por un fin de curso de calidad, como siempre; y a mí misma, me animo para terminar con la misma ilusión con la que comencé pero esta vez acompañada de mi bebé.
Amanda Meneses Ferrer | Auxiliar Educativo de Aula Enclave y bailarina inactiva de Danza Echeyde.