Como cada año, el 20 de noviembre, celebramos el Día Internacional de La Infancia, una fecha que nos invita a mirar el mundo con los ojos de quienes aún lo están descubriendo: los niños. Como profesora, tengo la suerte de acompañarlos en ese viaje diario de curiosidad, aprendizaje y asombro.
La infancia es el tiempo en que todo parece posible. Ellos ven mundos donde los adultos solo vemos objetos; una caja se vuelve un tren, un lápiz en una varita mágica, y un simple charco… en el océano más emocionante para comenzar aventuras.

En el aula, su imaginación nunca se acaba. Cada pregunta y cada dibujo nos muestra nuevas maneras de ver el mundo.
Los niños nos recuerdan que aprender también es reír, sorprendernos y preguntar “¿por qué?” mil veces al día… (¡Y nosotros respondemos… mil una!)

Ser profesor es mucho más que enseñar a leer o a contar. Es escuchar, apoyar, animar y creer en cada niño, incluso cuando ellos mismos no lo hacen. La infancia es un tiempo para descubrir el mundo y también para formar su autoestima, sus valores y su manera de querer a los demás.

Educar con el corazón es darles un lugar seguro donde puedan equivocarse, volver a intentar y crecer con confianza. No todos los niños tienen las mismas oportunidades, pero todos merecen el mismo amor y el mismo derecho a soñar. 

La escuela, las familias y la sociedad tenemos la responsabilidad de garantizar que cada niño viva su niñez como se merece: sin miedo, sin prisa y con muchas sonrisas.

Recordemos que todas las infancias deben ser cuidadas, escuchadas y respetadas.

Feliz Día del Niño para todos los que cada día nos enseñan a ver la vida con ojos llenos de ilusión.


Docente de Educación Primaria.

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