Hace poco participé en un desafiante juego de rol, donde la persona, de manera individual o en grupo, había de avanzar por una laberíntica estancia resolviendo mensajes encriptados o descubriendo llaves ocultas en esquinas recónditas que la ayudaran a sortear puertas y llegar a la salida en un tiempo limitado.
Cuando llegué a la luz de la calle, concluí que la evolución de nuestra especie ha estado vinculada, sin duda, a la capacidad para resolver los desafíos que la naturaleza nos propone. Una especie de «escape room» global donde los participantes se relacionan intercambiando ideas, imaginación y creatividad.
Conscientes y no tanto, los docentes tratamos de impulsar esta capacidad creativa del alumno porque cada individuo complementa al otro y la suma de las capacidades contribuye a resolver estos retos a los que se enfrentarán como ciudadanos.
Por tanto, el trabajo individual y en grupo es esencial en la formación de los humanos. El primero, porque cada estudiante debe enfrentar el problema, ensayar el método y aprender de sus errores. El segundo, porque la puesta en común enriquece a la sociedad y facilita el logro de los objetivos comunes.
En la práctica diaria de mi asignatura, siempre hago hincapié en la necesidad de trabajar las ideas y ahondar en los argumentos. Imaginar y crear usando un lenguaje sencillo, pero preciso y exacto para comunicarnos de manera enriquecedora con los demás, para convencer con la creatividad y para entender las ideas de los otros y hacer comprensibles las nuestras e, incluso, ¡para ser más felices!
La educación es un reto constante, como la propia naturaleza en la que seguiremos evolucionando, y nuestra capacidad de idear, imaginar y crear hace que la labor docente sea tan apasionante.
Fernando Armas Pérez, profesor de ESO
Colegio Echeyde I – Santa Cruz de Tenerife