Escribir comienza con observar el mundo que nos rodea. Las historias están en todas partes. En muchas ocasiones surgen de manera espontánea e imprevisible: una conversación al azar en la fila del supermercado; una imagen que se graba en la mente sin razón aparente; un recuerdo de la infancia que regresa con un aroma.
Por tanto, tenemos que estar preparados, pues la inspiración no avisa, llega sin pedir permiso, de día o de noche. La diferencia entre un escritor y alguien que solo sueña con escribir es la capacidad de atrapar esa chispa antes de que se apague para luego plasmarla en un papel.
Los grandes escritores han aprendido a mirar el mundo con curiosidad, a hacer preguntas donde otros solo ven lo cotidiano: ¿por qué esa señora del café mira su teléfono con angustia? ¿Qué historia esconde el hombre que siempre camina por la misma calle a la misma hora? ¿Qué sucedió en la casa abandonada del barrio?
Para desarrollar esta habilidad, es útil llevar siempre un cuaderno o usar una app de notas en el móvil. Cada idea que surja, por más pequeña que parezca, puede ser el inicio de algo más grande. Un personaje, un diálogo, una escena… Todo puede servir.
No es necesario esperar la gran idea. Podemos entrenarnos para generar material narrativo a partir de lo que nos rodea:
• La familia y sus historias: Las anécdotas del abuelo, los secretos familiares o los relatos de la infancia son un tesoro para cualquier escritor.
• El entorno cotidiano: Una conversación escuchada por casualidad, una escena en la calle, un gesto significativo pueden ser el punto de partida.
• El «¿qué pasaría si…?»: Preguntarse cómo cambiaría una historia si hubiera tomado otro rumbo. ¿Y si la Caperucita Roja hubiera sido la villana? ¿Y si tu personaje favorito de una novela tuviera un hermano secreto?
• Las imágenes como disparadores: Observar una fotografía o pintura y tratar de imaginar la historia detrás de ella. ¿Quién es la persona en la imagen? ¿Qué ocurrió antes o después de ese momento?
• Las frases inspiradoras: Muchas historias nacen a partir de una sola línea potente. «Nunca olvidó la última vez que la vio» o «aquel día todo cambió»pueden disparar una trama completa.
• Los objetos con historia: Un viejo reloj, una carta encontrada en un libro de segunda mano, una llave sin cerradura… Todos pueden esconder relatos por descubrir.
Para aquellos que quieren escribir pero no saben por dónde empezar, propongo cinco ejercicios que ayuden a despertar la creatividad:
1. Escritura automática: Escribe sin detenerte durante cinco minutos sobre lo primero que te venga a la mente.
2. Relato a partir de una frase: Toma una frase al azar y constrúyele una historia alrededor.
3. Juego de los cinco sentidos: Describe una escena sin mencionar la vista, usando solo el tacto, olfato, oído y gusto.
4. Objeto misterioso: Imagina que encuentras un objeto desconocido. ¿Cuál es su historia?
5. Cambio de perspectiva: Escribe una escena desde el punto de vista de un animal, un objeto o un personaje inesperado.
Ahora dime, ¿cuál es la última idea que se te ocurrió y que podrías convertir en una historia?
Fernando Armas, profesor en Echeyde Santa Cruz