Antes de escribir, es útil organizar nuestras ideas. ¿Necesitamos un esquema o dejamos que la historia fluya? En este post veremos diferentes métodos para estructurar un relato, como el viaje del héroe o la estructura en tres actos.
Hay varios ingredientes elementales que debemos tener en mente a la hora de concebir nuestra historia: PERSONAJES y sus CONFLICTOS; MOTIVACIONES; DESARROLLO; CLÍMAX y DESENLACE.
Los autores desarrollan sus obras de diferentes maneras: algunos son meticulosos y planifican con detalle cada paso: qué ocurrirá en cada escena, en cada capítulo; dónde aparecerán los antagonistas; etcétera. Otros navegan, dejándose arrastrar por sus propias pulsaciones, y la historia se le va desvelando poco a poco. Por último, están los que planifican sin muchos detalles, por lo que están a la mitad de los primeros y los segundos.
No es mejor ni A ni B, pues la creatividad puede surgir de manera espontánea y se puede llegar al final de la misma forma. Por tanto, eso dependerá de las habilidades de cada individuo.
Ahora bien, nos tiene que quedar claro, al menos, qué problemas tienen nuestros protagonistas y qué soluciones originales, inesperadas e inéditas vamos a darle. Si tenemos una idea de nuestro destino, será más fácil trazar un rumbo hacia él.
En cuanto a los ingredientes, es esencial mostrar al personaje con su conflicto lo más pronto posible para cautivar al lector y suscitar interés por los acontecimientos a partir de entonces. Por tanto, saber qué conflicto define a nuestro personaje desde el arranque nos permitirá dotar de dirección a la historia. A partir de ahí, el lector espera un desarrollo, una transformación, una evolución que puede culminar en redención, tragedia o sorpresa. Ya sea que planifiquemos meticulosamente o que nos dejemos llevar por la intuición, el viaje solo será significativo si el protagonista tiene algo que perder, algo que ganar, y un obstáculo que atravesar.
Siempre pongo ejemplos basados en el cine, porque las películas se asemejan a una estructura narrativa.
La estructura más conocida es el viaje del héroe. Una estructura que el escritor y profesor estadounidense Joseph Campbell identificó al estudiar mitos de distintas culturas (léase El héroe de las mil caras -The Hero with a Thousand Faces, 1949). En ella, el protagonista parte de un mundo ordinario, recibe una llamada a la aventura, enfrenta pruebas, aliados y enemigos, atraviesa una crisis o muerte simbólica, y regresa transformado. Es el esquema que subyace en historias como El Señor de los Anillos, Star Wars o incluso Harry Potter. Esta estructura conecta con el lector a un nivel casi arquetípico: todos hemos sentido el deseo de cambiar, huir, mejorar o enfrentarnos a lo desconocido.
Otra opción es la estructura en tres actos, muy usada tanto en literatura como en cine y teatro. El primer acto presenta al personaje, su mundo y el conflicto. El segundo, más largo, desarrolla los obstáculos y profundiza en el conflicto interno y externo. El tercero resuelve la tensión: triunfo o fracaso, revelación o caída. Como lectores estamos acostumbrados a este tipo de estructura: presentación, nudo y desenlace. Usarla permite equilibrar ritmo y tensión narrativa, y ofrece un marco claro para distribuir los momentos clave del relato.
Finalmente, propongo este enfoque más orgánico y progresivo como el modelo en espiral, donde el conflicto principal va revelando nuevas capas a medida que avanza la historia. Es una estructura menos previsible, ideal para relatos psicológicos o novelas donde el desarrollo interior del personaje es tan importante como la acción externa.
A modo de conclusión reitero que cada una de estas estructuras tiene sus ventajas, y lo importante no es ceñirse a ellas con rigidez, sino usarlas como una brújula. A veces basta con conocerlas para saber cuándo romperlas con intención. Lo esencial es que haya una lógica interna en el desarrollo del personaje y sus decisiones, y que el lector perciba esa transformación como auténtica.
Ponte a prueba con relatos breves. Desarrolla una escena con una presentación, nudo y desenlace.
Fernando Armas. Profesor en Echeyde Santa Cruz