El pasado viernes 27 de enero nos fuimos de visita a Santa Cruz con un doble objetivo: el conocimiento del entorno cercano trabajando habilidades de desplazamiento y disfrutar del espectáculo musical del “Canto al trabajo”, de la compañía Pieles.
El centro de Santa Cruz está cada día más bonito y transitable para los peatones, comprobamos como tiene una actividad imparable. En su puerto atracan grandes cruceros que han convertido el centro de la ciudad en un lugar con una vida muy activa, recorrimos las principales calles de la capital terminando en la Plaza del Príncipe donde hicimos un pequeño descanso antes de entrar en el Auditorio de la Fundación Cajacanarias.
La versión didáctica del “Canto al trabajo” de la compañía Pieles exponía su última creación en el Ciclo Despertares, promovido por la Fundación Cajacanarias, este ciclo intenta hacer germinar el gusto por las disciplinas artísticas a través de expresiones artísticas en las que se destaca creaciones de artistas canarios.
Cambiamos el aula por el auditorio de la Fundación para tocar las palmas, cantar, reírnos y aprender y -sin darse cuenta- rendir homenaje a nuestras madres y abuelas. Durante una hora descubrimos que las herramientas de labranza que se usaban en otros tiempos también servían para hacer música. «Canto al trabajo» es un proyecto gestado a partir de la cooperación entre artistas de las Islas que reconoce el papel que ha desempeñado la mujer.
Sesenta minutos escuchando seguidillas de Lanzarote y Fuerteventura interpretadas con ayuda de un pilón («un mortero gigante» que se usa en África para machacar el grano), disfrutando de una danza del fuego acompañada de la percusión de un tornajo (un bebedero) o descubriendo un romance de La Gomera acompañado de su tambor característico. El silbo, presente en «Morenita», tampoco faltó. Entre canción y canción hubo tiempo, además, para que los músicos fueran contando de dónde venimos, y, también, cómo nos hemos entrelazado con personas de otros puntos del planeta.
«Son las pieles de nuestras madres, de nuestras abuelas, que rezuman esfuerzo, dedicación, amor… Ecos de sus voces que cantan en los barrancos, con el mero acompañamiento del chapoteo de sus ropas a medio lavar. Pieles que toman forma de abrazo, que mecen, que protegen, que duermen a los hijos con la tierna letanía del arrorró en el calor de su regazo».
Un día genial de aprendizaje