El primer día de otoño, en clase de conocimiento del medio, tuvimos una visita de una asociación que lucha para erradicar las causas estructurales que producen desigualdades sociales. Nos explicaron muchas cosas sobre el despilfarro alimenticio y sus consecuencias para nuestro planeta. Nos dieron un dato impactante, cada año se desechan más de 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo, lo que supone 1/3 de la producción mundial. De esta manera el 30% por ciento de la superficie agrícola del mundo, se usa para producir alimentos que se pierden o se desperdician.
Nuestro alumnado se quedó impactado y rápidamente empezaron a imaginar soluciones. ¿Qué podemos hacer? ¿y si creamos un decálogo de buenas prácticas contra el despilfarro? ¿y si diseñamos un plan para que no se produzca en nuestro comedor?
Estos niños y niñas desarrollarán su talento aprendiendo ciencias, trabajo en equipo, diseño, compromiso cívico… Todo ello con una finalidad social. ¿Quién da más? ¡Esto es el aprendizaje-servicio!
El ApS es una propuesta educativa que completa una acción de servicio a la comunidad con vínculo curricular, ubicándose como una brújula que orienta el talento de nuestros estudiantes, mostrándoles como ciudadanos de pleno derecho.
Es una obligación como educadores, orientar el talento de nuestros estudiantes. Porque… ¿acaso no eran competentes Osama Bin Laden, Kim II Sung o Voldemort, el enemigo principal de Harry Potter? ¿No poseían talento? ¿No eran creativos? ¿No hubieran brillado en las pruebas PISA? ¡Obviamente eran competentes!
Nuestro deber es formar ciudadanos competentes para transformar el mundo y hacerlo más justo y habitable. Es decir, poner el talento al servicio de la comunidad empezando por el contexto cercano.
Este es el éxito de estas propuestas educativas, pensar que nuestro alumnado deja de ser “ciudadano del futuro” para ser “ciudadano del presente”, donde su forma de ver el mundo y su mirada alternativa participan activamente en su gobierno. Ya lo soñaba hace casi medio siglo Francesco Tonucci, que, mediante su viñetas y enmascarado bajo su pseudónimo Flato, nos hizo soñar en un mundo más humano, un mundo donde los niños y niñas brillan.
Sergio Delgado, profesor Echeyde II