Desde hace algunos años, distintas empresas trabajan para desarrollar y mejorar software relacionado con la inteligencia artificial (IA). A priori la intención positiva de este esfuerzo por replicar la inteligencia humana persigue el objetivo de acelerar procesos que nos puedan hacer perder el tiempo o ser menos eficaces.


En la otra esquina del ring, vemos a la inteligencia humana y la FILOSOFÍA, entendida como disciplina que busca indagar y reflexionar sobre los problemas humanos. Entendamos que debe quedar al margen de las máquinas, fuera de su alcance, pues el hipotético riesgo sería que la máquina llegara a desarrollar la capacidad de difundir pensamientos automatizados que resten la capacidad de análisis de humanos menos creativos y más permeables.


Algunas películas del género de ciencia ficción exponen una humanidad controlada por máquinas, por ejemplo, The Matrix.
Te has planteado cómo sería un mundo gobernado por la inteligencia artificial.


Cada día observamos que los estudiantes tienden a abusar de la IA, por ejemplo, copiando y pegando artículos que de manera más o menos coherente puede crear una aplicación o dejando que los traductores online realicen el esfuerzo de escribir una redacción en español, inglés o francés.


Debemos estar atentos a las herramientas que se usan de manera fraudulenta porque estas acciones pueden alejarnos del objetivo académico: ser humanos reflexivos, conscientes, independientes y autónomos en todos los aspectos, por supuesto, en el de libre pensamiento.


Si comparamos los procesos de educación de nuestros padres, madres, abuelos y abuelas, la información procedía de fuentes escritas (en su mayoría). El Big Data reposaba en las estanterías de las bibliotecas escolares, municipales o universitarias y se debía recurrir a textos de personas eruditas que habían dedicado la vida a la investigación.


La edición de un libro tenía un recorrido (análisis, comparación, opiniones contrastadas…) que garantizaba la fidelidad de las conclusiones vertidas en sus páginas, y al exponerse a otros teóricos, como se apunta, las afirmaciones allí contenidas se podían corroborar, ampliar o refutar. Quedaba, en la mano del estudiante, la responsabilidad de contrastar las fuentes en una tarea de digestión más lenta que también le permitía ser más reflexivo.


Sin embargo, vivimos en un mundo hiperinformado que avanza a pasos agigantados y a velocidades vertiginosas e imperdonables. Un mundo al que los sistemas educativos tienen que hacer frente para lograr que la información utilizada por los estudiantes se mueva en equilibrio entre la celeridad y la profundidad. Conseguir que tantos datos no nos «atropellen» es un reto de la educación, tan importante, que nos obliga a mejorar la capacidad de comprensión oral y escrita por la necesidad de dirimir, filtrar, elegir y exponer con argumentos propios (no robotizados).


Cuando se recurre a copiar y pegar los resultados de la primera búsqueda, sin comparar otras fuentes, la fiabilidad de los argumentos queda irremediablemente en entredicho. La capacidad creativa del estudiante se desdibuja en una línea que bordea el plagio constante.


En este sentido, es difícil prever qué sucederá si sistemas de inteligencia artificial más avanzados llegan a suplir la necesidad de la creatividad, de la reflexión, pues se vive en una sociedad que tiende a economizar en todos los aspectos para ser más productiva.


Stephen Hawking advirtió que «los esfuerzos para crear máquinas inteligentes representan un riesgo para la humanidad». En esa entrevista, el científico alerta de que la evolución biológica del ser humano es más lenta que la capacidad de una IA muy avanzada y que si no se ejerce un control, sería perjudicial.


Se podría estar de acuerdo con el argumento de Stephen Hawking en el sentido de que, si el control de la IA está en manos de personas con mucha influencia, grandes corporaciones y gobiernos con intenciones maliciosas, los individuos quedarían expuestos a pensar tal y como quieren otros. ¿Serían sociedades realmente democráticas?


El PROGRESO y DESARROLLO no deben ser obstáculos para el libre pensamiento, el debate y la autonomía. Si quienes ostentan el poder son capaces de dominar la tecnología, también podrían manipular al resto de humanos «DESHUMANIZADOS» por la acción de la Inteligencia Artificial.


Por todo ello, es necesario seguir profundizando en un modelo de formación reflexiva, analítica y creativa que nos dé ventaja sobre la máquina.

Fernando Armas Pérez, profesor de Echeyde Santa Cruz

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