Ser maestra va más allá de impartir conocimientos; es un compromiso en el amor por la enseñanza y el crecimiento de cada alumno y alumna que entra en nuestro colegio. Este sentimiento traspasa las tareas y se convierte en un motor que nos mueve cada día.

Desde el primer momento que empiezas este camino, comprendes que el verdadero tesoro no radica en los libros, sino en los corazones y las mentes de los niños y las niñas. Es en ese vínculo único donde florece mi amor por enseñar.

Para mí ser maestra se manifiesta en cada sonrisa compartida, en cada abrazo, y en cada logro celebrado. Es el motor que me impulsa a superarme y a buscar nuevas formas de inspirar y motivar a nuestros niños y niñas.

El amor por ser maestra es un compromiso de por vida, el compromiso de dejar una bonita huella en las vidas de aquellos y aquellas a quienes tenemos el privilegio de enseñar. Es un viaje de aprendizaje mutuo, donde cada día descubrimos nuevas formas de amar, de enseñar y de crecer juntos.

Es un privilegio poder ejercer la profesión de maestra y poner en práctica tu vocación en un lugar del que te sientes orgullosa, y hacerlo con amor, pasión y dedicación, sabiendo que estamos contribuyendo al futuro de nuestra sociedad con cada clase que impartimos.

Pilar Felipe, maestra en Echeyde Santa Cruz

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