Todos los seres humanos, estamos en la búsqueda constante e interminable, de siempre querer más y como profesor de biología, lo puedo entender, porque cuando encontramos lo que queremos, somos bañados por la dopamina, generando en nosotros una sensación de satisfacción que desaparece y volvemos entonces a buscar, porque sabemos que siempre hay más.
Quizás te preguntes ¿por qué ésta introducción? y es que a veces, nos perdemos la alegría de la gratitud porque tenemos la tendencia a querer más y no valoramos las oportunidades que la vida, a través de seres que se cruzan en nuestro camino, nos brinda. Por eso hoy, quiero escribir desde mi naturaleza humana, enfocado en ser agradecido, como diría Jean-Baptiste Alphonse Karr «Algunas personas se quejan de que las rosas tienen espinas. Estoy agradecido de que las espinas tengan rosas». Y sí, esto es lo que quiero expresar, el ser agradecido en todo momento, pues a lo largo de nuestras vidas, daremos muchas vueltas, encontraremos puertas que se cierran, se abren e incluso puertas cerradas que se vuelven a abrir. Ser agradecido nos ayuda a sentir emociones más positivas, apreciar las buenas experiencias, mejorar nuestra salud, enfrentar la adversidad y desarrollar relaciones sólidas y si ese agradecimiento, es producido por el aprecio expresado a través del reconocimiento de nuestro buen hacer, se confirma que nuestro trabajo es valorado y cuando se valora nuestro trabajo, estamos más satisfechos y nos desempeñamos mejor, y tenemos un sentido de propósito. Sentirnos genuinamente apreciados nos hace sentir seguros, lo que nos permite rendir al máximo y sentir la alegría de ser agradecido.
Colegio Echeyde, gracias por permitirme la oportunidad de regresar a las aulas, de volver a sentir la alegría de los niños y las niñas, quienes entre risas, llantos y todavía caritas de sueño, llegan con mucho entusiasmo para darlo todo y solo esperan recibir las mejores muestras de cariño, compromiso y conocimientos dados desde una enseñanza incluyente, que le permita a cada uno de ellos y de ellas, desenvolverse en el mundo que les ha tocado vivir porque como educadores, lo que nos debe importar es el bienestar de nuestros alumnos y nuestras alumnas.
Gracias, gracias y gracias a todas las personas que hicieron posible que mi más grande vocación volviera a ser el motor de mi vida y regresar a ser el eterno estudiante, ya que cuando se enseña es cuando más se aprende.
«Necesitamos aprender a querer lo que tenemos, no a tener lo que queremos, para
obtener una felicidad estable y constante». – Dalai Lama
Johnny Alberto Lopes | Auxiliar Aula Enclave. Echeyde III