Hace varios años, en el 2015, comenzó mi aventura. Por más que pienso como llamarla no se me ocurre un título que recoja todo lo que somos, todo lo que hacemos y todo aquello a lo que nos enfrentamos cada día, por lo que simplemente me quedo con ese nombre, “Mi aventura”
Cuando comencé a trabajar sabía poco sobre la dis-capacidad, más bien sabía sobre Rubén, mi compañero de clase que para mí fue y sigue siendo Rubén y sabía de Ruth, mi compañera de danza que para mí fue y siguiendo Ruth…
Como antigua alumna del Colegio Echeyde siempre estuve rodeada de personas, personas con sus características pero que para mí no eran relevantes, simplemente eran sus características como yo tengo las mías.
Abrir el Aula Enclave de Echeyde I fue toda una aventura, una ilusión que recuerdo con cariño. Durante estos años he aprendido mucho gracias a mis alumnos, quienes me lo han enseñado todo en primera persona, y como no, gracias a la tutora de mi aula que siempre me ha tenido a su lado como una más, sin distinciones, contando conmigo siempre y enseñándome lo que es trabajar en equipo, ayudándome a progresar y superarme y a entender la dis-capacidad desde el corazón.
Nuestra labor tiene una definición clara, valemos para todo, somos multiusos, lo mismo cambiamos un pañal, como ejercemos de sombra; enseñamos a abotonar el baby, como consolamos y damos amor a nuestros protagonistas; es decir, hacemos todo lo que ellos y ellas necesiten sin pensar si quiera si es nuestra función o no.
Pienso que los auxiliares educativos están hechos de una pasta especial. Los maestros y maestras de NEAE estudian para esto, saben que les gusta y es lo que quieren, sin embargo, los auxiliares educativos, por lo menos en mi caso, hemos caído aquí por alguna razón, sin buscarlo. Permanecer y amar nuestra profesión es resultado de esa pasta especial de la que hablo, que ni siquiera sabía que la tenía, pero que se ha despertado y me hace ser quien soy.
Muchas veces permanecemos en la sombra, somos quienes corren detrás de los niños, quienes les damos de comer, quienes van y vienen al aula de integración, quién está por el pasillo todo el día de un lado al otro y quien tiene la enorme suerte de ver cómo nuestros niños y niñas forman parte de la familia Echeyde cada día, viendo cómo se desenvuelven en el Aula Enclave y cómo se desenvuelven en el Aula Ordinaria.
Estos 7 años de experiencia me han enseñado que este es mi mundo y que entre ellos me siento cómoda y feliz, por lo que, gracias a aquella persona que me llamó para trabajar ocupando este puesto, a la tutora de mi aula y, por supuesto a mi familia y amigas, he decidido superarme y estudiar, no para abandonar a la auxiliar educativa que soy hoy, sino para además de seguir siéndolo convertirme en maestra.
Y como digo siempre “Mi corazón es azul”
Amanda Meneses Ferrer, Auxiliar Educativo de Echeyde I.