Echeyde comenzó a formar parte de mi vida allá sobre el año 1997, ese fue el comienzo de lo que marcaría mi futuro.
Era una niña con mucha ilusión de comenzar en mi cole nuevo, pero a la vez con mucho respeto, quizás por el desconocimiento. El comienzo no fue fácil, pero tuve a mi lado a Raquel Coello, mi maestra de Ed. Infantil, me acompañó y me apoyó en cada momento, con mucha paciencia, como se suele decir, los comienzos no son fáciles. Me hacía falta un empujón y ella se encargó de dármelo.
Raquel me ayudó a desarrollar habilidades socio-emocionales, a comunicar ideas, sentimientos, gustos y un largo etcétera. En definitiva, ella contribuyó en mi crecimiento personal y social, además me transmitió motivación por aprender.
Pasaban los días, los meses, los años…, con ello cambios de curso, de etapas… y yo continuaba formando parte de la familia Echeyde, que lujo para mí poder decir esto. Y sí, digo FAMILIA, porque para mí Echeyde era sinónimo de familia. Cada persona con la que coincidí: personal docente, no docente y compañeros favorecieron a la persona que soy hoy.
Fui creciendo, avanzando y llegó el momento de responder una pregunta que en muchas ocasiones me preguntaban: ¿qué te gustaría estudiar? Adivinen… Lo tenía claro: quería ser maestra.
Gracias a los valores que me trasmitieron, a las experiencias vividas, desde los 3 hasta los 16 años, gracias a todos y a cada uno de mis profesores: Raquel, Elisa, Maite V, Luisi, Juani, Mª Mar… soy quien soy, por lo que estoy infinitamente agradecida, ellos me dieron la base, la motivación y de ahí nació mi vocación.
A día de hoy y desde 2015, sigo formando parte de la familia Echeyde, ahora no como alumna, actualmente como personal docente, quien me lo iba a decir, para mí una suerte y un gran privilegio.
«Un profesor trabaja para la eternidad: nunca puede decir dónde acaba su influencia». Henry Brooks Adams
Melani Peña, Echeyde 3